Cuarenta años
Cuarenta años son muchos años para cualquier hombre. Casi media vida. O más.
Cuarenta años son muchos años para cualquier hombre. Casi media vida. O más.
Cuarenta años después
César se volvía a mirar al espejo y a buscar una imagen que no logró encontrar,
pues no podía identificar la que se mostraba con la que él recordaba.
Apenas se reconocía.
Le costaba creer que aquél que se reflejaba en la lámina de cristal era él. Se parecía
al padre que vio por última vez hacía veinte años, separado por los barrotes de
las rejas. De hecho, se extrañó del enorme parecido que guardaban. Quizás él,
algo más delgado y con menos pelo.
Cuarenta años después
vio nuevamente la luz del cielo. Ya era libre. Pero los días habían
transcurrido y con ello su juventud y puede que su vida, pues cuando la
juventud nos abandona ya nada nos detiene en este viaje.
No mereció la pena
vivir preso, pero nunca tuvo valor para suicidarse.
Ahora era libre para
morir.
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