domingo, 3 de julio de 2016

Cuarenta años

Cuarenta años
Cuarenta años son muchos años para cualquier hombre. Casi media vida. O más.
            Cuarenta años después César se volvía a mirar al espejo y a buscar una imagen que no logró encontrar, pues no podía identificar la que se mostraba con la que él recordaba.
            Apenas se reconocía. Le costaba creer que aquél que se reflejaba en la lámina de cristal era él. Se parecía al padre que vio por última vez hacía veinte años, separado por los barrotes de las rejas. De hecho, se extrañó del enorme parecido que guardaban. Quizás él, algo más delgado y con menos pelo.
            Cuarenta años después vio nuevamente la luz del cielo. Ya era libre. Pero los días habían transcurrido y con ello su juventud y puede que su vida, pues cuando la juventud nos abandona ya nada nos detiene en este viaje.
            No mereció la pena vivir preso, pero nunca tuvo valor para suicidarse.

            Ahora era libre para morir.

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